"No hace falta tocar cuando a través de la mirada podemos conectar de un modo igual de profundo", me decía, días atrás, un amigo comprometido y fiel con su pareja. No sabemos si lo suyo es mera resignación o genuina entrega al arte de mirar. Como sea, él ha decidido que con cultivar la mirada le alcanza, por ahora, como vínculo con las mujeres que le atraen, con las que se le acercan.
Pero, ¿cómo es mirar para representar?
¿Se desea cuando se mira y se dibuja o el lienzo en medio es como poner un tabique que le quita respiración a las presencias?
¿La presión del lápiz contra el papel tiene la consistencia de nuestros dedos sobre otra piel?
¿Unas manos erectas pueden aligerar con acuarela o endurecer con acrílico las sensaciones de nuestra pelvis, de nuestro estómago, de nuestras bocas con sed?
En palabras de la artista plástica
Daniela Guglielmetti: "La idea de ser expuestos pasivamente a la mirada atenta del pintor o mostrarnos rendidos y sin pudor ante él tiene un no-se-qué que emociona y un toque de erotismo. La vista, sin duda, acerca al tacto. Tímidamente, tememos que aflore nuestro morbo y que se nos descubra disfrutando de la condición de
voyeur o de la de exhibicionista, pero nos sentimos aliviados de que todo ocurra en un terreno donde el arte es lo primero y donde hay permiso para que esta tímida fantasía tenga lugar. La belleza nos ha tocado".
Sobre mirar, cómo, desde dónde se mira, hablamos hoy en este
post y dialogamos con un
voyeur (o una
voyeuse), la ilustradora chilena Daniela Gugliemetti, creadora del colectivo
'Dibujo a domicilio'. Además, para quien quiera contextualizar y profundizar en
el ojo sobre la carne de la historia, recomendamos fervientemente el ensayo '
Cuerpos sin límites. Transgresiones carnales en el arte', de Teresa Aguilar García, profesora de la Universidad de Castilla-La Mancha.
Aguilar García se propone indagar en las formas de la presencia y la ausencia del cuerpo humano en las representaciones, según la "ideología de la carne a través de las épocas". Arranca, así, su obra con la mención de la "ausencia de representación pictórica del cuerpo humano en el inicio del arte, en el Paleolítico superior, suplida esta sin embargo por una profusión de la representación de la res".
Y hasta parece que al principio de los tiempos podríamos remontar las acaloradas discusiones de nuestros días sobre el objeto carne (especialmente femenino) y retomarlas con esta cierta
misoginia cárnica que se le endilga a Martin Scorsese, por esos primerísimos primeros planos de pliegues sin alma en
El lobo de Wall Street...
"En algún lugar de nuestro saber tenemos una idea sobre la relación artista y modelo. Quizá las primeras formas de desnudos que vimos públicamente fuera de lo privado, las tuvimos a través del arte. Cantidad de esculturas clásicas exhiben sus sexos sin pudor, concepto que nada tiene que ver con una piedra", afirma Daniela Gugliemetti.
"Detrás de todas estas figuras -continúa Guglielmetti-, hay un responsable o al menos dos: artista y modelo. Dos conceptos que pueblan nuestro imaginario y que vamos alimentando con otras manifestaciones artísticas, pinturas, museos, películas. ¿Quién sino el pintor tiene el privilegio de mirar sin restricciones, de poseer con la mirada? Ese personaje excéntrico que asoma medio cuerpo detrás del caballete, antes de dar alguna pincelada o echar un trazo, aparece siempre seductor, distante, con una mirada devoradora que escudriña a la modelo, quien posa casi siempre tranquila, dispuesta, pasiva; otras, muy presente con una mirada complice o quizá, ensimismada".
Sin embargo hay, en el comienzo de la historia de la representación del cuerpo humano, un indicio de que
los primeros cuerpos dibujados fueron autorretratos femeninosque ponen en cuestión algunas ideas de renombrados arqueólogos, que incluso
aquí mismo esbozamos, sobre las deidades, la madre tierra o el culto a la vulva creadora. De las primeras Venus con cuerpos distorsionados del Paleolítico surge la idea de que aquellas estatuillas podrían haber sido talladas desde el punto de vista del propio individuo, según la hipótesis de
Catherine McCoid y LeRoy McDermott, citados por la catedrática castellana.
Unas
primeras artistas mujeresvisualizando el propio cuerpo desde arriba, antes de la existencia de espejos, podrían habernos legado estas figuras con desproporciones evidentes en su estructura corporal. Si no fueron creadas por otro que miraba de frente, se comprende que "los pechos, el vientre y los pies aparezcan representados según el
escorzo de un yo", escribe Aguilar García.
A sí mismas desde sí mismas, lo que daría como resultado la ausencia de rostros, cabezas pequeñas con mayor elaboración del pelo, los brazos poco desarrollados y la ausencia de pies (que podría indicar que se trataba de amuletos transportables).
"Cuando Picasso pinta Las señoritas de Avignon en 1907, obra fundacional del cubismo, han transcurrido solo diez años desde que Sautuola descubriera en Altamira los primeros ejemplos de pintura prehistórica, entre los cuales la figura humana brillaba por su ausencia. Por lo que tanto el arte paleolítico como el arte moderno aparecieron en la escena europea en la misma época", apunta la ensayista. Aguilar García habla de una suerte de 'sincronía anacrónica' en la que "las vanguardias acometen sus primeros atentados contra la representación en el arte,superando la concepción platónica de lo bello como mímesisy de lo apolíneo como perfección, e incursionándose en una nueva forma de representación que subvirtiera el clasicismo considerado decadente a base de dirigirse hacia el arte primitivo como inspiración, en su intento de volver a un nuevo origen del arte".
Para Daniela, la ilustradora, Picasso es un referente de la relación entre el modelo y su musa: "recuerdo sus series de pintor y modelo, o aquellas donde, convertido en minotauro, logra colarse en sus dibujos y poseer a la modelo".
"El artista no solo posee, también se deja tomar por la contemplación. El arte transforma la seducción del modelo y la mirada atrevida del artista en una expresión que condensa la dualidad. Es capaz de transmitir la complicidad, de haber estado en un lugar al que sólo tienen acceso los más íntimos. El dibujo revela sus vestigios ofreciendo a otros la posibilidad de ser parte", anota Daniela.
"Es un lugar de confort donde el dibujo se toma sus licencias", destaca la ilustradora. "Como voyeurs, los dIbujantes acarician cuerpos con la mirada inquieta y es de los lápices el privilegio del contacto. Esta actividad, en la que parece que el tiempo se detiene, retiene los cuerpos inmóviles, pero no así las manos, que llevan la concentración a tiro preciso, a trazar casi reteniendo el aliento. Las líneas invisibles unen al artista y al modelo, una extraña intimidad compartida queda en cada uno de los dibujos. Pero esta experiencia reservada a artistas convierte en verdaderos voyeurs también a los amantes del arte erótico".
Daniela Guglielmetti, la artista haciendo de modelo para uno de sus compañeros del colectivo 'Dibujo a domicilio'.
Daniela quiere más atrevidos modelos para su emprendimiento: "con 'Dibujo a Domicilio Erótico' -que nace en 2013- nuestro colectivo, que lleva tres años de recorrido visitando y dibujando en hogares de Madrid, ha declarando su gusto por los cuerpos desnudos, y la actitud de los cuerpos que se muestran a gusto y se entregan a nuestra mirada. Porque el erotismo y el deseo están vinculados a la vida y el arte, a su expresión".
Con este motor emprenden esta búsqueda de modelos que quieran posar "al desnudo" y que estén dispuestos a revelar sus secretos de alcoba. "El modelo es la motivación, la pulsión que nos hace crear y alimentarnos juntos".
Entonces, la ilustradora les pregunta a nuestros lectores: "¿Te has imaginado alguna vez en una situación similar? ¿De qué lado te has visto, como artista o como modelo?"
Y yo te pregunto: ¿te alcanza con mirar/me?
Hay 13 Comentarios
Efectivamente para mi por lo menos, el mejor trofeo de mirar es obtener una buena fotografía. Luego ya para montarse el rollo de como llegaste a las manos y al resto con la modelo, hay tiempo.
http://www.lolatoys.com/es/blog/sexo-anal/